LOTA BAJO, LA VIDA

Si uno encuentra belleza estilística arriba del cerro, abajo se encuentra la belleza humana. En el centro de Lota es posible ver a los habitantes comunes de Lota y su deambular tranquilo. Por la calle Bulnes, la peatonal local, el comercio emerge en todo su esplendor como en una sinopsis de lo que vendrá dos calles más allá.
En la calle Cousiño (otro Cousiño más) se encuentra la feria. ¿Qué tiene de especial? Que no cierra en todos el año, ningún día. ¿Qué más? Que es posible encontrar entre sus escondrijos y laberínticas calles el merkén (ají ahumado y molido), huevos de gallina azul, avellanas tostadas, manzanilla y otras hierbas de la zona. Además hay sectores de venta de ropa, verduras y pescados y mariscos. Muchísimos pescados y mariscos, servidos en la propia calle para gusto del consumidor: sierras, cholgas, mariscales, piures, erizos. Pero si se busca algo de mayor refinamiento, que no sea la calle, es preciso ir al mercado. Queda a un costado del muelle y por poca plata se pueden degustar las delicias culinarias, acompañadas de sopaipillas y el infaltable ponche de machas, muy dulce y sabroso.
El muelle también es un espectáculo, lleno de barcos provenientes de todos los puertos desde San Antonio para el sur. Hay gente esperando cercana a los botes, esperando una embarcación diaria que lleva a la Isla Santa María, mientras en los otros costados pescadores tientan suerte. Mirando para atrás se ve una espectacular visión de los cerros poblados que cercan el centro, marcando el territorio lotino.

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